De la lucha contra el narcotráfico y el crimen
organizado, asegura Michael Braun, quien hasta octubre de 2008 dirigió las
operaciones antinarcóticos de Estados
Unidos. Braun, quien dejó la DEA después de 33 años de servicio y ahora es consultor en
materia de combate al terrorismo y el crimen organizado, dice que los agentes
estadunidenses no protegen a ningún cártel mexicano. En entrevista con Proceso, el especialista puntualiza: “La clave del éxito en
la lucha contra el narcotráfico siempre ha sido la información de inteligencia
obtenida por medio de personas; es decir, a través de los informantes
confidenciales. Así es y así será siempre.
“Los informantes juegan muchos papeles importantes: toman parte en operaciones
encubiertas, roban información, ayudan a colocar micrófonos y consiguen números
telefónicos para rastrear a los delincuentes.”
México no es un caso excepcional, comenta, de ahí que la DEA tenga informantes
infiltrados en todos los cárteles.
Braun insiste en que este aspecto es “la columna vertebral” del desarrollo de
la captación de información de inteligencia en las 87 oficinas que tiene la
agencia antidrogas en el mundo.
El caso de los informantes de la DEA en México –entre ellos el de Vicente
Zambada Niebla, El Vicentillo–, exacerbó en las últimas semanas la violencia
entre los cárteles, lo que mostró al gobierno de Felipe Calderón incapaz de controlar la situación. Las ejecuciones de 16 personas en
Culiacán el 23 de noviembre del año pasado y de otras 26 en Guadalajara al día
siguiente fueron una represalia de Los Zetas
contra sus rivales porque, según los mensajes que dejaron en la capital
tapatía, el gobierno de Estados Unidos protege al cártel de Sinaloa (Proceso
1830).
En sus ediciones 1823, 1826, 1832 este semanario ha informado sobre las
indagatorias que se le siguen en la Corte Federal de Chicago al Vicentillo,
quien será enjuiciado el próximo mes por delitos relacionados con el tráfico de
estupefacientes, así como de la petición del acusado para que se le absuelva de
los delitos toda vez que, alega, fue informante de la DEA en México.
Hijo de Vicente El Mayo Zambada García, número dos en el escalafón del cártel
de Sinaloa, el acusado ha insistido en que su trabajo en la agencia antidrogas
de Estados Unidos consistía en pasarle información sobre las operaciones de los
cárteles rivales al que encabezan Joaquín El Chapo Guzmán y su propio padre.
Hasta hoy el Departamento de Justicia de Estados Unidos no define si El
Vicentillo fue o no informante de la DEA. Sin embargo, el narcomensaje zeta que
dejaron los homicidas de las 26 personas en Guadalajara alude directamente al
trabajo del hijo de El Mayo con los agentes estadunidenses en México.
–¿La DEA o el gobierno de Estados Unidos protegen al cártel de Sinaloa? –se le
pregunta a Braun.
–No creo que el gobierno de Estados Unidos esté protegiéndolo. ¿Por qué lo
haría? De lo que sí tengo certeza es de que en varias ocasiones las autoridades
de México han estado a segundos de detener a El Chapo; no tengo la menor duda
de que en algún momento lo van a arrestar o a eliminar.
“Los Zetas”, desesperados
Sin rechazar la posibilidad de que el gobierno de Estados Unidos haya tenido o
tenga infiltrados a informantes en el cártel de Sinaloa y en los demás grupos
criminales de México, Braun considera que Los Zetas están desesperados porque,
dice, están sufriendo las consecuencias de una fuerte presión por parte de las
autoridades mexicanas y estadunidenses iniciada hace cinco años.
“Los Zetas están desesperados. De los 31 o 32 capos más importantes que ha
señalado el gobierno mexicano, 21 o 22 han sido arrestados o asesinados en los
últimos tres años. Los Zetas están contra la pared”, apunta Braun.
Para el cofundador de la consultora Spectre Group International, lo que ocurre
en México es resultado exitoso de la lucha contra el narcotráfico: “Aun cuando
a la sociedad mexicana le resulte difícil asimilarlo por los miles de muertos
que arroja esta batalla, el combate al narcotráfico del presidente Calderón
está teniendo éxito, los narcos se sienten acorralados; de ahí las reacciones
tan irracionales de grupos como Los Zetas”.
Braun, quien durante año y medio fue encargado interino de la DEA, arguye que
es “imposible” que en un sexenio se pueda acabar con el narcotráfico mexicano
que durante las presidencias priistas, asegura, consolidó su poder gracias a su
habilidad para corromper a las autoridades y corporaciones policiacas de su
país.
Y se remite a la Colombia de hace 25 años. Expone que a las autoridades de ese
país les tomó poco más de tres lustros desmantelar los cárteles de Medellín y
Cali y fragmentar las operaciones de trasiego de drogas; además aun hoy
combaten a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
–¿O sea que a México le faltan de nueve a 10 años para alcanzar un éxito como
el de Colombia? –se le pregunta.
–Desconozco el número mágico de años que le faltan a México para consolidar su
éxito. En Colombia las cosas aún no han concluido en su totalidad… las FARC
siguen presentes.
Y aun cuando el gobierno de Calderón se muestra renuente a comparar lo que
ocurre en México con lo que pasó en Colombia durante el periodo de apogeo y
derrota de los cárteles de Medellín y de Cali, en Estados Unidos los
funcionarios y exfuncionarios que aceptan la analogía aumentan cada día.
Braun considera que, igual que en Colombia, en México el aumento de la
narcoviolencia comienza a marcar el camino hacia el fin del dominio de los
grandes cárteles. No obstante admite que “en México hay mayor violencia
criminal”; aunque matiza: no se trata de violencia terrorista ni insurgente
como la colombiana.
Pero también menciona los contrastes: “En muchos aspectos México no se parece a
Colombia; en algunos está peor, como en el número de muertos (60 mil según el
semanario tijuanense Zeta). Aunque debe admitirse que no ha experimentado
muchas de las cosas que vivió Colombia, como los cientos de ataques con
carros-bomba, por ejemplo”.
Según el exfuncionario de la DEA, los logros del gobierno mexicano se deben en
su mayoría a que ha entendido la necesidad de intercambiar y compartir
información de inteligencia con Estados Unidos, sobre todo la proveniente de
informantes confidenciales.
Aunque Braun no participa ya de las operaciones antidrogas cotidianas, mantiene
contacto con sus colegas estadunidenses y extranjeros; presume incluso de ser
uno de los hombres más actualizados en la materia. Para demostrarlo alude a las
matanzas de las últimas semanas en México.
–¿Es cierto que la DEA tiene cientos de informantes en México?
–No son cientos, pero sí decenas.
Dice que el trabajo de los informantes de la DEA en México no es un secreto
para el gobierno de Calderón. “En la mayoría de los casos”, asegura, las
autoridades mexicanas saben quiénes son las fuentes de información confidencial
de la DEA.
Un informante infiltrado en el narcotráfico mexicano es, de acuerdo con Braun,
el encargado de proveer números telefónicos de presuntos sospechosos o
criminales.
Insiste: Este aspecto es “crucial” porque los números telefónicos entregados
por los informantes permiten a los gobiernos de México y Estados Unidos
rastrear la ubicación de quienes los usan y grabar conversaciones que después
resultan esenciales para la elaboración de operaciones de desmantelamiento de
grupos criminales.
“Las intervenciones telefónicas se hacen siempre bajo la aprobación judicial de
las autoridades del país donde la DEA realiza la operación… Las autoridades
locales deben dar la autorización”, recalca Braun.
La definición de una estrategia de inteligencia por medio de los informantes es
la misión más importante y difícil para los agentes de la DEA en países como
México. El papel de un agente de la DEA en México “no es asistir a los cocteles
o a las fiestas sociales” que se organizan en la embajada de Estados Unidos,
dice con cierta ironía.
Aclara que la agencia “no le pide a ningún gobierno extranjero hacer el trabajo
sucio; lo que hace es compartir la información. Cuando recibe tips de sus
oficinas centrales, pide a sus contrapartes del país anfitrión que las
corroboren o investiguen”.
Según Braun en el combate al narcotráfico mexicano los informantes son
indispensables y aclara que la DEA cuenta también con decenas de infiltrados en
las células de los cárteles de Sinaloa, del Golfo, de Los Zetas, de Tijuana y
de La Familia Michoacana asentadas en territorio estadunidense, sobre todo en
las comunidades hispana y mexicana.
“Los inmigrantes se mueven constantemente de ida y vuelta entre Estados Unidos
y México. Cuando la DEA conduce las intervenciones telefónicas con la venia de
alguna corte local es fácil desarrollar sistemas de inteligencia. Con las
evidencias en mano es fácil implicar (como informantes) a ciudadanos mexicanos
que están involucrados en el tráfico de drogas”, indica Braun.
En este contexto, la DEA comparte información de inteligencia con la PGR y la
SSP para ayudarlas a identificar números telefónicos “sospechosos” así como a
personas dentro de México. “Cuando la DEA entrega la información a las
contrapartes mexicanas y éstas la confirman, pueden desarrollar de manera fácil
un sistema de detección de llamadas de México a Estados Unidos”.
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