La existencia de la Insurgencia en Colombia esta relacionada con su proyección de paz y la finalización del conflicto.
La razón de su insurgencia se explica en la existencia de un conflicto de clases – la lucha de clases- desde la génesis misma del proceso de Independencia del yugo español. Desde entonces las ideas predominantes esclavistas y de concepción de un naciente capitalismo moderno, abanderado por los sectores latifundistas, de intereses criollos y bajo el espejo Santanderista de Jefferson y la Constitución de Filadelfia; se enfrentaron a la concepción Bolivariana, golpeada por su incumplimiento al compromiso libertario de los esclavos asumido ante el presidente Petión, de la entonces naciente Republica de Haití y que prestó grande auxilio militar al Libertador.
Lo del injusto cargo a Bolívar de concebir concepciones monárquicas constitucionales, obedece a su respuesta local de un Ejecutivo con concentración de poder en las nacientes republicas; puesto que tanto él como Miranda si bebían del brebaje republicano de la Revolución Francesa. Pero el movimiento popular colombiano y latinoamericano comprendió que la gesta de independencia del yugo español no fue una gesta revolucionaria en lo económico y social.
No se puede hablar que el Bicentenario de Independencia, sea el Bicentenario de una Revolución social y económica en Colombia y Latinoamérica. Desde hace doscientos años la continuidad de los intereses monárquicos radicaron en los intereses de las oligarquías criollas, beneficiándose en su concentración latifundista, explotadora y esclavista (concepción Santanderista); frente a la concepción Bolivariana de fuerte concentración del poder del Ejecutivo para imponer variantes en pro de la liberación de los esclavos; la conducción del sector artesanal; la contrarréplica al equilibrio del poder clerical o eclesiástico y el necesario fortalecimiento militar de la naciente republica, que degeneró, en la localización de ejércitos de las también nacientes oligarquías criollas .
Ello explica el escenario de guerras civiles padecidos por la Nación colombiana en doscientos años transcurridos, que nos colocan hoy, en pleno Siglo XXI, por la Liberación Definitiva nacional y del pueblo colombiano.
De la liberación unilateral de prisioneros de guerra por parte de la insurgencia fariana y el consecuente llamado, al unísono, del cese de hostilidades de los elenos, frente a la calamidad climática que asola al país colombiano; existe trecho por transitar para la concreción de una salida política al conflicto económico, político social y militar colombiano; que angustiosamente perfila niveles de guerra civil.
Refleja lo anterior, el escueto y real panorama político en Colombia de una Insurgencia con indiscutible vocación de poder, que sufre, padece, los rigores de la guerra, pese al experimento oligárquico estadounidense del salvaje paramilitarismo; a la endiablada entrega de la soberanía territorial en la consolidación de un ejercito de invasión Colombia-Usa y a la entronización de un “perfeccionamiento” legislativo, institucional, que a semejanza de la inspiración Santanderista ahoga al pueblo colombiano en pro, a favor, de los grandes intereses oligárquicos, del imperio y las transnacionales.
Esto de la actualización o “modernización institucional” en Colombia bajo el control hegemónico de una derecha criminal y cavernaria, con el control a sangre, fuego y motosierra, de un órgano legislativo perverso y una oposición política relegada a la mínima expresión por parte del sistemático Terrorismo de Estado; es lo que los reformistas y áulicos socialdemócratas olvidan en estos momentos cruciales para el país y en el que la izquierda revolucionaria en Colombia alienta en manifestar y aplicar que solo enfrentando verdaderos cambios de fondo y revolucionarios, tanto en lo estructural e institucional del Estado, como en las relaciones del poder político y de conducción estatal en Colombia, bajo la brújula del interés popular; podríamos afirmar estamos ad portas de la solución definitiva al grave conflicto armado colombiano.
Pero en tanto el desarrollo de la vida política nacional continúa y la constante presencia de la Insurgencia en la incidencia nacional también continúa.
Las condiciones nacionales y las contradicciones en las alturas de las esferas de poder oligárquico- mafioso en Colombia ameritan la explicación de la posición insurgente actual. Bajo la premisa de ahorrar ingentes, muy grandes esfuerzos para aminorar la cuota sangrienta impuesta al pueblo colombiano por la oligarquía y el imperio, se impone la realista y sólida propuesta de la Asamblea Nacional Constituyente; así como el Intercambio Humanitario de retenidos y prisioneros de guerra por parte de la Insurgencia y la libertad a los presos políticos en cárceles colombianas y del imperio.
El desenvolvimiento objetivo de los acontecimientos en la dinámica política y social del país, explica la adecuación de oportunidades. La intensidad del conflicto armado en Colombia va de la mano con la permanencia del actual estado de cosas y la respuesta militarista al ideario programático insurgente, que los Medios de Alineación Masiva ocultan al país en impedir el elevamiento de la conciencia popular por los cambios revolucionarios.
Entendemos el empeño optimista de Colombianos y Colombianas Por la Paz- que lo somos la mayoría- y lo oportuno de sus analices al interpretar los dos gestos anteriormente citados de la Insurgencia, en aclimatar un ambiente propicio para la salida política y negociada al conflicto. Pero quedan en ayunas ante la inconsecuente posición de desconocimiento del poder imperante en el reciproco accionar de gestos similares.
Pareciere que la desviación y la desvergüenza del actual poder político entronizado a sangre, fuego y motosierra en Colombia, les mantuviere mas preocupados en el diluvio económico y trágico que las condiciones climáticas también les afectan; a la respuesta, indiscutiblemente tardía para ellos, ante la incontenible realidad de no existir segundas oportunidades en la búsqueda civilizada de la Paz en Colombia.
Con profunda preocupación asistimos los demócratas y revolucionarios ante el silencio pétreo y prepotente de la corruptela política y mafiosa en el poder en Colombia, ante el llamado Insurgente a conversar. Simplifican el llamado Insurgente asimilándolo a debilidad y los débiles a la respuesta política, son precisamente ellos. Subestiman el accionar político-militar insurgente y el hastío popular colombiano a los derroteros militaristas expansionistas de la oligarquía colombiana y el imperio. La liberación de los retenidos ofrecida será una realidad. La consecuencia del llamado del Ejercito Liberación Nacional a un cese bilateral al fuego, mínimo amerita en un estadista la respuesta política de reconocimiento a esa beligerancia insurgente.
Pero no lo hacen. Callan!. Asumen la actitud del avestruz; en tanto a nivel de política internacional un destornillado ex presidente- con remoquete de futuro presidiario- pisoteando su intrusa condición de Consejería de la Política Internacional colombiana, insulta a la soberana Republica Bolivariana de Venezuela confirmando sus preparativos guerreristas de invasión al soberano pueblo Bolivariano, que no solo a su indiscutible líder natural, forjado a imagen y semejanza del pensamiento del Libertador Simón Bolívar.
Temas de sobra hay para tratar sobre la convulsionada situación política colombiana. Desde el calificativo de “patriota” al más alto insigne del generalato colombiano, el llamado ‘Coca’ Naranjo por parte de un impune ex embajador gringo que tiene la conciencia manchada de sangre en el impulso confidencial del narco paramilitarismo en Colombia: el malogrado Frechette; así como la constante reactivación paramilitar siempre de la mano con la egida oficial Terrorista de Estado, como razón de ser.
Desde la campaña internacional del trío Aznar- Uribe-Vargas Llosa, por despotricar por la inminente liberación definitiva de los pueblos latinoamericanos. Desde el inveterado tema de los paliativos legislativos a los crímenes de Estado y de saqueo terrorista de la tierra en Colombia; la altamente sonora oposición del Polo Alternativo Democrático al condicionamiento institucional perpetuado en lo legislativo a la impunidad, la corrupción, la centralización de las migajas de regalías que la entrega soberana de nuestros recursos a las multinacionales deja a las regiones empobrecidas colombianas…
Pero todos esos temas ceden ante el inminente peligro que significa la continuidad del conflicto armado ante la alarmante visión de la escalada de la guerra civil en Colombia.
Por eso me he constituido en un multiplicador más a la DIFUSION del medio informativo alternativo ANNCOL a la Reflexión en esta Navidad que LA PAZ CON JUSTICIA SOCIAL ES POSIBLE!.
El programa Bolivariano de Independencia traspasó fronteras, fue pan americano. El programa Santanderista, localizó su accionar en los limites de fronteras y en la persistente continuidad de oligopolicos intereses; que bajo las concepciones economicistas de Bentham – de furor en esa época- conllevaron a forjar un cuerpo de leyes así inspiradas, que replegaron las iniciativas Bolivarianas.
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