Tuesday, December 21, 2010

El Ejército de Brasil participa en los operativos de "desfavelización" del narcoterrorismo

Una de las principales características urbanísticas y sociológicas que presentan las grandes ciudades brasileñas, son precisamente las denominadas "favelas". En esta especie de mega barrios ubicados en la periferia de ciudades como São Paulo, Rio de Janeiro, Belo Horizonte, etc., viven cientos de miles de personas de escasos recursos económicos que representan, desde el punto de vista de la seguridad, un enorme reto para las autoridades de policía y judiciales, las cuales hasta hace relativamente poco tiempo, tenían prácticamente prohibido su acceso, debido a la presencia de las distintas bandas criminales y grupos de narcotraficantes que monopolizaban el control territorial de estas comunidades. Por citar un ejemplo, recientemente las fuerzas de policía y militares asestaron un duro golpe contra las redes de narcotraficantes que venían operando en el Complexo do Alemão, un territorio conformado por 240.000 habitantes y que reúne a las 15 favelas más violentas y peligrosas de la ciudad de Rio de Janeiro.
En total, se calcula que los criminales dominan aún 420 de las más de 1.000 favelas que rodean a la ciudad como una corona de espinas. De ellas, las dos más conocidas, y cuya pacificación supondrá el paso definitivo en la lucha por desterrar la brutal violencia ciudadana, son las de Rocinha y Vidigal, ambas enclavadas en el corazón más prospero de la ciudad y cercanas a sus famosas playas de Leblón e Ipanema; sitios emblemáticos de la ciudad, y puntos estratégicos de la misma, de cara al Mundial de Fútbol que esta ciudad acogerá en 2014 y a los Juegos Olímpicos que se celebrarán en 2016.
Las últimas intervenciones policiales, cuentan con el apoyo de unidades blindadas del Ejército de Tierra y la Armada brasileña, los cuales, desde el pasado mes de noviembre han participado en diversos operativos tendentes a ocupar uno de los complejos de favelas del barrio suburbano de Penha, con el fin de acabar con la ola de ataques de narcotraficantes y criminales que han dejado un saldo de más de 30 muertos, entre ellos civiles inocentes, según datos policiales.
Según el Secretário de Estado de Segurança do Rio, José Mariano Beltrame, la participación de la Armada en las operaciones llevadas a cabo desde el pasado mes de noviembre, ". sería solamente logística; suministrando equipos bélicos y de alimentación para los efectivos policiales que prepararon la invasión de la favela de Vila Cruzeiro y del conjunto del Alemao"; en donde, según la Agência Brasileira de Inteligência (ABIN), estarían localizadas las principales organizaciones narcoterroristas que operan en Brasil.
Sin embargo, entre la última semana de noviembre y la primera de diciembre, unidades blindadas de fusileros navales, artillados con ametralladoras de grueso calibre, y comandados por la policía militar, llegaron a la entrada de la favela (barrio pobre) de Vila Cruzeiro, en la zona norte de la ciudad de Rio; y en un despliegue sin precedentes, seis de estos vehículos con orugas se posicionaron en la entrada de la favela en el barrio de Penha.
Este operativo denominado "noviembre negro", ha traído como resultado una muy paulatina recuperación del territorio en estas ciudades, y la consecuente captura, en el caso de Rio de Janeiro, de unos 1.200 narcotraficantes que tenían bajo su control directo estas extensas áreas urbanas, imponiendo sus leyes con la connivencia de policías corruptos, jueces y políticos que se sirven de los narcotraficantes para conservar su poder local y enriquecerse.
Sin embargo, y como era de esperarse, desmantelar a grupos criminales que llevan operando libremente durante casi 25 años no es una tarea fácil, ni siquiera para una de las potencias emergentes más importantes del planeta, puesto que ello ha conllevado a una contraofensiva muy virulenta de estas organizaciones contra las autoridades locales y los grupos especializados de las Fuerzas Armadas brasileñas que intervienen en estos operativos. En el caso de Rio de Janeiro, las dos principales facciones de traficantes, denominadas "Comando Rojo" y "Amigo de los Amigos", se unieron en el pasado mes de noviembre para intentar poner de rodillas a la ciudad amedrentándola con sus acciones de terrorismo urbano como reacción a haber sido expulsados de las favelas "pacificadas" por las autoridades, y en donde, por primera vez en la historia de la ciudad y de Brasil, la fuerza pública entró no para buscar exclusivamente armas, drogas y detener a delincuentes, sino para quedarse allí permanentemente, impidiendo a los narcos imponer su poder, y obligándolos a huir de ellas.
La prensa brasileña empieza a titular en sus columnas de opinión que ese "noviembre negro" puede ser también el mes en que "Brasil ha comenzado a vencer el crimen". Estas son sin duda expresiones con un halo de excesivo optimismo, puesto que como sucede en el resto del continente americano, el poder del narcotráfico asociado a las bandas delincuenciales y criminales son sin duda la principal amenaza a la seguridad y defensa de todos los estados que integran la gran "nación iberoamericana".

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