Friday, January 7, 2011

La prepotencia de la oligarquía militarista colombiana ante los llamados a conversar de la insurgencia

El Chuky y Positivo Santos reitera continuidad como Uribe III. La propuesta militarista, como salida al grave conflicto colombiano, persiste como única. La guerra medida por litros de sangre derramada es la tónica, tal como lo afirma el teniente coronel Víctor Ramírez C.dela brigada XII, Antioquia.
El teniente del ejército Edgar Iván Flórez Maestre, denuncia la práctica sistemática de muertos civiles, como falsos positivos. La Procuraduría, prevaricadora calla, convirtiéndose en bastión de impunidad, renunciando al poder disciplinario, en caso de militares incursos en violaciones a los Derechos Humanos; cesando las facultades de la unidad de investigaciones y desarchivo de documentos contra policías corruptos y asesinos.El presidente positivo, dejar pasar.


La conformación de organismos paramilitares legales dentro de la institucionalidad ejército colombiano-Usa, como DEMIL (Defensa Militar Integral) creada por el siniestro de los ojos grises tras la capucha, el ex General Harold Bedoya; hace también en su interior, de Causa Común , organización de amigos de Uribe, para enfrentar las investigaciones de la Justicia contra uniformados.
El presidente positivo deja pasar, a sabiendas del caudal de dineros de grupos empresariales, alentando esas formas de organizaciones para estatales dentro de la institucionalidad castrense. El prevaricador Procurador, como elemento primordial del más engatusado proyecto contra insurgente en Colombia, habla- después que las Farc-ep anuncian la liberación unilateral de tres prisioneros de guerra y de dos retenidos investigados por corrupción- que gracias o como resultado de su sanción y condena a la valerosa Senadora Piedad Córdoba, es que se da el gesto de la insurgencia. Canalla, temible y pícaro oportunista de siete suelas.
El actual Uribe III, premia a los sindicados por desaparición forzada y posterior asesinato, como en el caso del paraco José Gabriel Castellanos, quien de Cónsul acreditado, lo cambia por Asesor ante la OEA en Washington; elemento detenido por investigaciones de falsos positivos en Urabá. Mantiene en la nomina representativa de Colombia en el exterior a sujetos acusados de crímenes de lesa humanidad y que reiteran la paranoica continuidad de persecución de asilados, exiliados y opositores al régimen bestial contra colombianos en el exterior; tales como el embajador y ex general Montoya; el ganadero Martelo Visbal, por mencionar algunos. Alienta a prófugos de la justicia popular, como el ex comandante de las fuerzas militares Manuel José Bonnet a cargos de representatividad popular, en el persistente asalto por enrarecer la política del Departamento del Magdalena. El positivo Santos deja pasar.
La militarización y estigmatización contra todo lo que huela a oposición, continúa bajo Uribe III. Persiste en la negación del principio de distinción, porque como para Uribe III no existe conflicto interno; todos van al mismo recipiente del enemigo interno; continuando con la política de seguridad democrática, letal para los sectores populares y sedientos de “trofeos” y número de cadáveres mutilados.
Uribe III permite la reacción corporativa dentro del ejercito Colombia-Usa, por las investigaciones contra sus miembros. Se registran en la actualidad en 780 el número de jueces y fiscales en el exilio y amenazados por conocer casos en contra de militares, activos o no.
Esa casta militar, privilegiada, saqueadora del erario público colombiano, se erige como la intocable y el positivo Santos calla, deja pasar. Su política de arrasar, arrasar, arrasar, con el instrumento del ejército invasor colombiano-Usa; continua con la comparación de estimar a las fuerzas insurgentes como a una culebra (invención del culebrero mafioso), sin escatimar esfuerzos en el proceso de privatización de la fuerza pública al servicio de intereses de las oligarquías criollas regionales, enriquecidas con el traqueteo del narcotráfico.
De la mano con el secretismo sobre el uso de la fuerza y control militar- alegan que por lo agudo del conflicto armado en Colombia- no permite el acceso a la información de directivas sobre destinos de beneficios económicos por número de muertos, recompensas y falsos positivos. Ante todo eso calla y deja pasar el positivo Santos. Continua, al igual que su antecesor, con la apátrida aplicación de la Extradición de colombianos y colombianas; que con la violación a la soberanía nacional, condenó a los luchadores populares Simón Trinidad, Sonia, a la felonía del imperio y continua siendo el mecanismo optimo para asegurar la impunidad al enviar al ostracismo a sus compinches jefes narcoparamilitares.
Si bien Uribe hundió la Ley de Victimas y no presentó una de Tierras; el Uribe III de ahora se ve obligado, por mandato de la Corte Constitucional, a presentar la actual ley de tierras, que cual paliativo, viene a ser el modelo maquillado de perpetuar un modelo rural al servicio de los grandes intereses agropecuarios e industriales para los lavadores empresariales colombianos y legitimadores “inversionistas” extranjeros. También aplica un proyecto de ley de víctimas o mejor, ley de victimarios, con la cual aspiran que el genocidio de seis mil militantes de la Unión Patriótica caiga en el olvido por la corrupción e impunidad rampantes.
Ante el Terrorismo de Estado el positivo Santos calla y deja pasar. Con la visión de incremento de la guerra, bajo la batuta del generalato militarista en Colombia; incrementa el presupuesto para la guerra en perjuicio de la educación pública. Continúan con el negacionismo, como forma de perpetuar la impunidad; impidiendo el conocimiento de directivas tendientes a beneficios económicos por número de muertos, ocultando la realidad, contradicciones y desmoralización al interior de las fuerzas armadas. En la desenfrenada carrera por la generación de ofertas de tierras y el arriendo de las mismas al mercado internacional, desestiman las grandes calamidades que ello acarrea.
El gobierno de Uribe III en sucesiva utilización del juego mediático, se ve obligado a aceptar elevado número de bajas a miembros de las fuerzas armadas por parte de la insurgencia, continuando en la tozudez de desconocimiento del conflicto bélico interno. Ante la variabilidad táctica de la Insurgencia y su constante estratégica de toma del poder y voluntad política para negociar; la respuesta militarista es la movilidad en sus mecanismos de combate, mediante el crecimiento de las Brigadas Móviles, así aprobadas por el Departamento de Estado USA.
La existencia de 19 Brigadas Móviles lo enuncia. Pero esas unidades de terror -cual chulavitas paraestatales - se ven en ocasiones proscritas por los mismos amos imperiales; tal como sucede con la Brigada XI de Córdoba y Sucre; con la Brigada XI y Brigada IX en el Huila; la XXX Brigada en Norte de Santander y el Batallón 15 Santander en Ocaña ; en que por violación de los derechos humanos e incremento de las ejecuciones extrajudiciales y falsos positivos; las han privado de asistencia militar y logística-económica, por mencionar tan solo esos casos en los últimos tres años.
Los republicanos estadounidenses pasan por alto que pese a esas sanciones de baja de asistencia concretas, continua el incremento de ejecuciones y descubrimientos de fosas comunes en campos militares, aumentando la proporción entre aumento de asistencia e incremento de delitos de lesa humanidad y que aun en casos de unidades de pájaros chulavitas del ejercito sin programas de asistencia, continua el incremento de las violaciones, reiterándose que no se trata de hechos aislados, ni de naranjas dañadas, sino de una dañina institucionalidad, que pese a todo acaban de recibir 80 millones de dólares de asistencia. (Consultar al investigador de la Ong indepediente norteamericana y civilista John Lindsay Poland.).
Razón le asiste al columnista norteamericano James Petras, que la prepotencia de la oligarquía militarista colombiana ante los llamados a conversar de la Insurgencia, se debe al apoyo criminal a las fuerzas militares por parte del Departamento de Estado.
Al igual que en el gobierno anterior, el de Uribe III, continua con la tónica de desconocimiento y oídos sordos a los llamados de la Insurgencia. En forma insultante la respuesta continúa siendo militarista: la vociferación del rescate a sangre y juego de los retenidos. Silencio total, absoluto, a la existencia de prisioneros de guerra, insurgentes, en las cárceles colombianas y de USA.
La exigencia de rendición unilateral y desmovilización sin más dar a cambio. Juegan al conturbenio de si proceder o no a una negociación sin el Comandante Cano y a los cagatintas ominosos, abominables en El Espectador, que abusan del lector con mefíticos artículos contra la dignad de los líderes guerrilleros fallecidos o caídos en la lucha, que repugnan por el olor fétido de su irresponsable pluma.
Ante el imperativo de una Ley de Canje, puesto que la continuidad del conflicto amerita la búsqueda de mecanismos ágiles, legales en pro de lo humanitario, coloca al chistoso intermediario Pizarro, a quien se las creen que nos encontramos en una etapa de post conflicto por obra y gracia de su sagrado corazón. Creen dar un golpe de gracia a la iniciativa de la Insurgencia elena a un cese al fuego con motivo del desastre invernal y a la fariana por el Canje Humanitario, sancionando leyes como la de no permitir escenarios de encuentro a las fuerzas contendientes en el país; como si el fondo del conflicto fuere la aceptación o no de una institucional “legal” que per se la Insurgencia desconoce. Todo para conducir a la engañada opinión nacional e internacional que en Colombia no hay nada que cambiar y que todo puede seguir igual. Todos a una esquivando lo inevitable del diluvio que avecina.
Difunden que 5 plagiados por la insurgencia fueron liberados por el acoso de las tropas, sin dejar de incluir a un niño, con el montaje y mensaje sublime de que así será con la entrega de los cinco retenidos por parte de las Farc. El positivo Santos rechaza la pretensión de libertad al camarada Simón Trinidad y el último dia del año, difunden y juegan con las contradictorias cifras de víctimas dejadas por la guerra en Colombia, como si el pueblo colombiano fuera un tarado para no comprender la engañifa.
Comienzan el año con la iniciativa de los Uribeños de la preparación del Ubérrimo en la cooptación de su maquinaria electorera, criminal y narcoparamilitar. De novela policíaca califican dizque la policía nacional infiltró la “organización” criminal de alias Cuchillo, para justificar el poderío a quien asesinó a mas de tres mil colombianos; siendo ese criminal un protegido de la “institucionalidad” policial al que deciden ultimar para agraciar al criminal mas famosos del mundo; el general coca Naranjo.
Todo lo anterior avizora negros nubarrones sobre el territorio colombiano, que no nacional ni patrio por la pisada de la bota militar de ocupación del ejercito colombiano-Usa.

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